Cuando dos pueblos chocan, nace la guerra. En estas
ocasiones el sufrimiento de la gente no conoce límites. El pueblo romano no es
tampoco en esto una excepción: es un pueblo belicoso que en su expansión por el
centro de la península itálica va anexionándose, muchas veces de forma poco
amigable, a las naciones vecinas. También con los albanos entablaron los
romanos hostilidades en los inicios de su etapa monárquica. En esta ocasión la
confrontación se dirimió mediante un duelo pero con una fórmula novedosa: serán
unos trillizos de cada bando quienes se batan en duelo.
Y si el sufrimiento no conoce límites, tampoco lo conoce el
amor, que viene a complicar esta historia un poco más.
Este episodio lo cuenta de manera admirable Tito Livio. También Carlos Goñi lo resume y actualiza en su libro Una de Romanos, cuya ficha de actividades podéis ver aquí.
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