martes, 31 de marzo de 2015

NARCISO / Narcissus pseudonarcissus


NARCISO


La bella y joven Eco era una ninfa de los bosques y las fuentes muy charlatana. Acostumbraba a distraer la atención de Hera mientras Zeus se entregaba a sus aventuras galantes. Hera, sin embargo, descubrió un día la intriga y, llena de furia, castigó a Eco quitándole la voz y obligándola a repetir la última palabra que decía la persona con la que mantuviera la conversación. Incapaz de tomar la iniciativa en una conversación, limitada sólo a repetir las palabras ajenas, Eco se apartó del trato humano.
Narciso era hijo del río Cefiso y de la ninfa Leiríope. Su belleza despertaba el amor en todos los corazones, pero él rechazaba con desdén inflexible a todos, hombres y mujeres. La ninfa Eco también se enamoró de él, pero Narciso hubiera preferido mil veces la muerte a sus abrazos. Un joven al que Narciso había roto el corazón se lamentó desesperado: “¡Ojalá llegue a amar con la intensidad que yo le amo y tampoco pueda poseer nunca el objeto de su amor!” Némesis oyó aquella amarga plegaria y la ejecutó.
Un día que Narciso regresaba de cazar pasó cerca de un arroyo y, al inclinarse para aplacar su sed, vio reflejada en aquellas límpidas aguas su propia imagen. Quedó extasiado y sintió un ardiente deseo por aquel cuya imagen le devolvía el agua, sin saber que se trataba de sí mismo. Desesperado por no poder alcanzar el objeto de su amor, que huía de sus manos disolviéndose, fue languideciendo de pasión insatisfecha hasta morir al pie de aquellas aguas. Fue metamorfoseado en una flor, el narciso, símbolo entre los antiguos de la muerte prematura.
Tampoco debemos olvidar ese episodio del rapto de Perséfone por parte de Hades. Cuando la hija de Deméter se encontraba con otras diosas y ninfas cogiendo flores en una pradera llena de rosas, violetas, jacintos y crocos, dicen que sólo ella vio una flor nunca vista hasta entonces de dulce aroma que Zeus había creado para favorecer a Plutón y que la joven se apartara de las demás, el narciso. Perséfone corrió a coger la nueva flor de embriagador perfume y, en ese momento, se abrió la tierra y apareció Hades y la raptó, llevándosela al mundo subterráneo donde la hizo su esposa. Por eso el narciso es una flor consagrada a Hades.

·         Convertido en nombre común, un narciso es un hombre enamorado de sí mismo, fascinado por su propia belleza.
·         En psicoanálisis, el narcisismo es un comportamiento desviado en el cual el sujeto experimenta una admiración exclusiva y enfermiza por sí mismo.

·         El narciso es una planta de flores blancas o amarillas muy olorosa que florece en primavera. Está emparentada con la palabra griega νάρκη, que significa letargo, y de ahí narcótico, una referencia al aletargamiento que, según dicen, está inducido por su fuerte aroma. El nombre específico tiene, a su vez, el prefijo griego pseudo-: falso.

NARCISO


Familia: Amarylidaceas 
Género: Narcissus
Especie: N. pseudonarcissus 
Nombres comunes: Azucena silvestre, campanillas, cebolla de los prados, cebolla de oro, flor de ángel. 

Descripción: planta perenne y bulbosaHojas radicales de color verde oscuro de 35 cm de longitud. Inflorescencia más alta que las hojas con una flor en su extremo de diversos colores. El fruto cápsula
Multiplicación: Por semilla y bulbo. 
Hábitat: bosques húmedos. 
Uso: ornamentación. 
Uso medicinal: Se ha recomendado para casos de epilepsia y afecciones de tipo espástico. Se ha observado una actividad favorable en el tratamiento de tumores y en la leucemia. La dosis excesiva provoca el vómito y es laxante

jueves, 19 de marzo de 2015

DAFNE / Laurus nobilis

DAFNE

Apolo , dios de las artes y la música, fue maldecido por el joven Eros después de que se burlase de este por jugar con un arco y flechas. El irascible Eros tomó dos flechas, una de oro y otra de plomo. La de oro incitaba el amor, la de plomo incitaba el odio. Con la flecha de plomo disparó a la ninfa Dafne y con la de oro disparó a Apolo en el corazón. Apolo se inflamó de pasión por Dafne y en cambio ella lo aborreció.
En el pasado Dafne había rechazado a muchos amantes potenciales y a cambio había demostrado preferencia por la caza y por explorar los bosques. Su padre, Peneo , le pidió que contrajera matrimonio para que así le diese nietos. Sin embargo, rogó a su padre que la dejase soltera, como la hermana gemela de Apolo, Artemisa. A pesar de esto, Peneo le advirtió que era demasiado hermosa como para mantener por siempre lejos a todos sus pretendientes.
Apolo continuamente la persiguió, rogándole que se quedara con él, pero la ninfa siguió huyendo hasta que los dioses intervinieron y ayudaron a que Apolo la alcanzara. En vista de que Apolo la atraparía, Dafne invocó a su padre. De repente, su piel se convirtió en corteza de árbol, su cabello en hojas y sus brazos en ramas. Dejó de correr ya que sus pies se enraizaron en la tierra. Apolo abrazó las ramas, pero incluso éstas se redujeron y contrajeron. Como ya no la podía tomar como esposa, le prometió que la amaría eternamente como su árbol y que sus ramas coronarían las cabezas de los héroes. Apolo empleó sus poderes de eterna juventud e inmortalidad para que siempre estuviera verde.

·  El laurel, como planta consagrada al dios de la juventud y de las arte, se utilizaba para coronar en la antigüedad a los vencedores de los concursos de canto y poesía y también a los atletas.
·   En Roma se convirtió además en un símbolo de victoria que lucían emperadores y generales.
·   En la antigüedad el laurel protegía contra los rayos, Plinio lo recoge y asegura no conocer casa plantada con laureles, que fuera alcanzada por los rayos.
·   La costumbre se extendió a la Edad Media, donde los poetas, artista y doctores recibían coronas de laurel, de ahí el verbo laurear (“premiar”).
·   En la actualidad el  adjetivo-sustantivo laureado designa a una persona galardonada con diversos premios.
·  La palabra bachillerato procede de la forma latina baccae lauriatus, que significa “coronado con bayas de laurel”.
·   La corona de laurel es el emblema del Premio Nobel.
·  La expresión familiar dormirse en los laureles significa descuidarse o dejar de esforzarse después de haber triunfado.

                                                              LAUREL

Familia: Lauraceas
Género: Laurus. 
Especie: L. nobilis 
Nombres comunes: laurel de Castilla, laurel de Apolo, laurel de Dafne, laurel del Mediterráneo, llaurer, llorea, llorel, lloreo, lloreolo. 
Descripción: árbol de hoja perenne de 5 a 10m, ramaje denso; hojas coriáceas verde oscuro, aromáticas; flores unisexuales, dispuestas en umbela; fruto drupa.
Multiplicación: semillas y esquejes de raíz y tallo. 
Habitat: poco exigente en suelos, va mejor en los sueltos y frescos. Fuera de las regiones de clima mediterráneo, es muy sensible a las heladas.
Soporta muy bien la poda y es sensible a parásitos que suelen poblarla.
Uso: las hojas enteras, trituradas o molidas se utilizan como condimento.
Uso medicinal: es un tónico estomacal (estimulante del apetito, digestivo). El aceite esencial obtenido de los frutos ("manteca de laurel") se usaba para el tratamiento de inflamaciones óseas y pediculosis. La ingesta de hojas en grandes cantidades es tóxica.
Otros usos: su madera muy dura se emplea en Andalucía para trabajos de taracea y marquetería, tradición artesanal árabe. El árbol y sus ramas se utilizan para ornamentación. 



miércoles, 18 de marzo de 2015

CIPARISO / Cupressus sempervirens



CIPARISO



Cipariso era un joven cazador de la isla de Ceos, cuya belleza despertó el amor del dios Apolo, y sentía gran predilección por un ciervo que había amaestrado y estaba consagrado a las ninfas.

Apolo le regaló a Cipariso una jabalina, pero el muchacho durante una cacería accidentalmente mató a su ciervo domesticado mientras dormía, un hermoso animal con astas de oro y guirnaldas de piedras preciosas.

Al darse cuenta de su fatal error, el joven desesperado pidió a los dioses que le concedieran poder estar de luto y llorarlo siempre. Los dioses oyeron su ruego y lo transformaron en ciprés. Apolo decidió que desde ese momento este árbol acompañara a los que están de duelo por los seres queridos.


  • Simboliza la inmortalidad, puesto que no pierde la hoja y su madera nunca se pudre.
  • La asociación del ciprés a cementerio y muerte parece provenir de que fue un árbol consagrado por los romanos a Plutón, el dios de los muertos, con cuyo ramaje se coronaba la frente del dios.
  • El ciprés también se utiliza como símbolo fálico. En Roma se plantaban cipreses en el nacimiento de una hija con la intención de desearle un marido. Las flechas de Eros y el cetro de Júpiter, dos símbolos fálicos, eran de madera de ciprés. El Príapo que custodiaba campos y jardines solía construirse con su madera.
  • El ciprés era una planta medicinal conocida por sus virtudes astringentes y antihemorrágicas. Los romanos eran muy aficionados al perfume elaborado con aceite esencial de ciprés, que servía para curar el asma y era muy aromático.


CIPRÉS 



Familia: cupressaceas.

     Género: Cupressus.

     Especie: C. sempervivens.

     Nombres comunes: Ciprés común, Ciprés italiano, Ciprés de los cementerios.

     Descripción: Como la gran mayoría de las coníferas, son de hoja perenne, con un tronco recto y de corteza delgada con fisuras longitudinales. Pueden alcanzar los 20 m de altura. Porte piramidal, de crecimiento rápido en los primeros años de vida. Puede llegar a los 300 años de vida. Las hojas son muy pequeñas (2-6 mm) con forma de escama.

Florece a finales del invierno y en un mismo ejemplar se producen flores en forma de cono masculinas y femeninas; los conos masculinos son de color verdoso que cuelgan de las puntas de las ramas, los femeninos son ligeramente esféricos, se componen de alrededor de 12 escamas de color verde al principio y rojizo marrón en la madurez.

     Multiplicación: Por semillas y por injertos.

     Habitat: Especie propia de las montañas semiáridas del este y sur del Mediterráneo como Líbano, Siria, sur de Grecia, Túnez o Marruecos. En España se le puede ver por toda su geografía como especie ornamental o en repoblaciones forestales puntuales.

   Uso: Muchas de las especies se cultivan como árbol ornamental en parques y. Su madera de color pardo amarillento claro, de textura fina; no es resinosa y suele desprenderse de ella un aroma similar al del cedro, se la suele utilizar para la construcción de cajas, y las mejores en tablas decorativas, pilotes, tornería, chapas de guitarras. Debido a su longevidad se ha plantado como símbolo funerario en los cementerios.

   Uso medicinal: La resina se usa en heridas de lenta cicatrización. La decocción de la madera se utiliza en baños de pies para el sudor y el mal olor. En vahos, la esencia de ciprés es adecuada para el tratamiento de toses. Las hojas cocidas son utilizadas como tisanas.




domingo, 8 de marzo de 2015

Jenofonte y sus Helénicas



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Helénicas de Jenofonte



1. Vida
Conocemos su vida por la biografía de Diógenes Laercio. Hijo de Grilo y de Diadora, Jenofonte nació en el demo ateniense de Erquía, a unos 15 km al este de Atenas, hacia el 430 a.C. De familia acomodada, se dedicó al deporte de la equitación. Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por la crisis en la que estaba sumida el Ática en los primeros años de la Guerra del Peloponeso. En su juventud entró en contacto con Sócrates, sin que podamos precisar el alcance exacto de su influencia, ni durante cuanto tiempo se ejerció ésta; aunque bien es cierto que el filósofo aparece como protagonista de varias de sus obras.
Ante las penurias de la guerra, Jenofonte se muestra partidario de sellar la paz con Esparta. Tras la derrota ateniense en el 404 a.C., toma partido por el gobierno de los Treinta Tiranos, que se establece en la ciudad con el apoyo espartano. Una vez restablecida la democracia, en torno al 403 a.C., Jenofonte decide abandonar Atenas, bien por su apoyo al régimen anterior, bien cansado por las continuas luchas intestinas que asolaban el territorio. Y así, en el año 401 a.C., se dejó convencer por su amigo Proxeno y se alistó como caballero en la expedición de Ciro el Joven, que pretendía derrocar del trono a su hermano Artajerjes II. Tras la batalla de Cunaxa, en la que murió Ciro, y la retirada a través de Armenia hacia el Mar Negro, al mando de Jenofonte, el contingente griego se une a Tribón, general espartano, en su campaña contra Tisafernes, sátrapa persa de Asia Menor. El relato de dichas vicisitudes dará lugar a su mejor obra, la Anábasis, pero su unión a los espartanos creará recelos en Atenas.
Más adelante, en el 394 a.C., participó junto a Agesilao, rey de Esparta, en la batalla de Coronea, tomando partido en contra de sus compatriotas atenienses y de una coalición de estados griegos, lo cual le ocasionó el destierro de Atenas, acusado de pro-espartano. Aproximadamente, desde el 396-386 a.C., Jenofonte estuvo al servicio de Agesilao, al que le unía una gran amistad y del que era gran admirador, ocupándose principalmente del entrenamiento de la nueva caballería espartana. Su lealtad dio lugar a que los espartanos le distinguieran con la proxenía (honores concedidos a un huésped extranjero) y con una finca en Escilunte, cerca de Olimpia. En el capítulo 3 del libro V de la Anábasis describe esta hacienda, donde pasó los mejores años de su vida, junto con su esposa ateniense Filesia y sus hijos gemelos Grilo y Diodoro, que fueron admitidos en la agogé espartana (educación férrea reservada a los iguales en Esparta). En Escilunte pudo cultivar su alma campesina y guerrera, al tiempo que practicaba la caza y escribía sus obras. Pero la quietud terminó en el 370 a.C., cuando los eleos, vencida Esparta en la batalla de Leuctra, recuperaron los territorios ocupados por los espartanos. Jenofonte huyó a Corinto.
Poco después en el 368 a. C., bajo la creciente presión de Tebas, se produjo una alianza entre Atenas y Esparta, lo que ocasionó el levantamiento del destierro a Jenofonte, quien ya podía regresar a su ciudad natal, aunque no nos consta que hiciese uso de tal derecho. Sus hijos sirvieron en la caballería ateniense, y uno de ellos, Grilo, cayó gloriosamente en Mantinea, batalla que puso fin a la hegemonía tebana en el 362 a. C.
El año de la muerte de Jenofonte gira en torno al 356-4 a. C.
2. Obra
Es muy difícil establecer la cronología de su producción literaria. Parece que fueron muy productivos los años de Escilunte, pero lo fue aún más el último periodo de su vida. Jenofonte fue el primer autor de la antigüedad que abordó diversos géneros: historia, ensayo, biografía, etc. Se le atribuyen entre trece y catorce obras, que tradicionalmente se agrupan en:
1-Obras históricas: Helénicas, Anábasis y Agesilao.
2-Obras didácticas: Ciropedia, Hierón, Constitución de los lacedemonios, Ingresos o Recursos económicos, Sobre la equitación, Hipárquico y Cinegético.
3-Obras filosóficas o socráticas: Económico (clasificado aquí porque Sócrates es el protagonista), Memorables o recuerdos de Sócrates, Banquete y Apología de Sócrates.
Obras históricas:
·         Las Helénicas narra en siete libros la historia griega desde el 411 hasta el 362 a.C. En ella pretende continuar la obra de Tucídides, pero su valor literario dista mucho del conseguido por el autor de la Guerra del Peloponeso, aunque algunos críticos han elogiado sobre todo sus dos primeros libros. Jenofonte omite datos importantes y redacta, en muchas ocasiones, de forma superficial, frente a la profundidad que había caracterizado el trabajo de Tucídides. Se muestra excesivamente subjetivo, un defecto inviable para cualquier historiador; y así hace evidente su odio acérrimo a los tebanos y su admiración hacia Esparta.
·         La Anábasis es un brillante relato sobre sus aventuras personales como participante en la expedición de mercenarios griegos para ayudar a Ciro el Joven, cuando aspiraba al trono que ocupaba su hermano Artajerjes II. Como si de un relato de viaje se tratase, abundan los detalles geográficos y etnográficos, así como exhaustivas exposiciones militares; todo ello escrito con gran naturalidad. Probablemente la escribió en su finca de Escilunte y parece ser que fue publicada con el pseudónimo de Temistógenes de Siracusa, para favorecer su publicación en Atenas, donde su nombre permanecía ligado a Esparta y su exilio estaba aún vigente. En cuanto a su datación, debemos situar la obra en el 380 a.C. si creemos que Isócrates en su Panegírico la utilizó.
·         Su Agesilao es un encomio biográfico del rey espartano al que tan profundamente admiró y que había sido su valedor durante tantos años. Abunda el elogio de las virtudes del monarca, así como la ausencia de datos que pudiesen ensombrecer su imagen gloriosa. Se trata de una obra en dos partes (biografía y exaltación de virtudes) que ha ejercido una fuerte influencia posterior en cuanto al bosquejo del monarca ideal y en lo que a las obras de corte biográfico se refiere.
Obras didácticas:
·         La Ciropedia, posiblemente su mejor obra junto a la Anábasis, es una novela de tendencia político-pedagógica, basada en hechos y personajes históricos, con grandes dosis de idealización. Narra la educación, juventud, subida al trono y reinado de Ciro el Viejo, el fundador del imperio persa. Jenofonte destaca los principios morales del protagonista, al que retrata como modelo de comportamiento humano y gobernante ideal. En ella abundan los discursos (43) y los episodios moralizadores, así como los relatos novelescos, y elementos del cuento popular.
·         El Hierón es una obra que nos presenta al poeta Simónides conversando con el príncipe siciliano sobre la naturaleza de la tiranía, sus variantes y la mejor forma de gobierno.
·         La Constitución de los lacedemonios es fundamentalmente una exposición idealizada de las razones por las que admira el régimen político espartano.
·         El Hipárquico da consejos prácticos al comandante de caballería sobre diversos temas hípicos, y Sobre la equitación orienta a cada jinete en particular y le alecciona sobre el trato que se debe dar al caballo.
·         Los Ingresos se ocupa de la situación económica de Atenas, ofreciendo propuestas, de índole socrática, para el saneamiento de las finanzas de la ciudad. La austeridad y la autarquía son las únicas medidas capaces de solventar las deterioradas condiciones económicas.
·         El Cinegético plantea problemas de autoría porque su forma literaria se aleja de la acostumbrada sencillez de Jenofonte.
Obras filosóficas o socráticas:
Jenofonte, que parece ser que en su juventud había sido impresionado por la personalidad de Sócrates, aunque no se puede decir que fuera un discípulo suyo en sentido estricto, escribió en su memoria una serie de obras donde prevalecen los elementos literarios y ficticios sobre los datos históricos:
·         El Económico gira en torno al diálogo entre Iscómaco, posible trasunto de Jenofonte, y un extraño Sócrates agricultor, sobre la manera más adecuada de gestionar una finca agrícola. La idea fundamental de la obra, que incluye ejemplos prácticos, es que el trabajo agrícola es el mejor vehículo para educar y fomentar las virtudes del individuo.
·         Las Memorables: Obra apologética de la figura y enseñanzas de Sócrates, frente a las acusaciones tradicionales que provocaron su ejecución y el deterioro de su reputación. Aquí aparece su tendencia didáctica a tratar las cosas con una moral práctica sin cuidar demasiado la profundidad de pensamiento.
·         La Apología de Sócrates reconstruye, de forma idealizada, el discurso que habría pronunciado el maestro ante el tribunal que le había juzgado y condenado, y que en realidad, nunca tuvo lugar. 
·         El Banquete presenta a Sócrates tratando distintos aspectos de la conducta humana, principalmente, y a semejanza de la obra homónima de Platón, de la diferencia entre el amor sensual y el espiritual. Jenofonte, frente a Platón, se centra más en la figura del filósofo que en la profundidad de su discurso.
3. Ideología
La personalidad de Jenofonte es la de un hombre que supo aunar su talante aventurero con una visión clara de su entorno histórico, que siempre recordó las enseñanzas de Sócrates y defendió los ideales tradicionales helénicos. Desengañado de la experiencia política contemporánea, donde la democracia ateniense había conducido a su ciudad al desastre, se vuelca en el individuo y en su realización moral, de influencia socrática. Defiende la valentía, la nobleza, el sentido del deber, la justicia, la sencillez y la autenticidad de la vida natural; despreciando el egoísmo, la mezquindad y la codicia que en ocasiones caracterizan la vida política y ciudadana. Hombre piadoso, cree en la atención constante de los dioses hacia los humanos, por lo que considera que el curso de la historia ha de estar condicionado, inevitablemente, por la intervención divina, que castiga o premia según los tipos de actuación.
Su inconformismo hacia el rumbo político ateniense que le toca vivir provoca que abandone su patria natal, aunque a ella le debió su perfil como historiador y su formación cultural. Embarcado en una serie de aventuras militares con Esparta, provoca el rechazo por parte de sus conciudadanos. Probablemente su identificación con Esparta, y en particular con su rey Agesilao, se deba a su ideal de vida sobria, simple y alejada de artificiosidad, donde las penalidades y el esfuerzo son consideradas modelo de virtud.
4. Método historiográfico
Como historiador, tiene notables defectos. No es exhaustivo en la recogida de datos y omite hechos clave. Es subjetivo en su narración, que en ocasiones se asemeja a un escrito improvisado,  pues no examina ni contrasta de forma crítica los datos de sus escritos. Es mejor narrador que crítico y más un reportero de guerra que historiador, puesto que sus obras son un reportaje de sus propias experiencias en el ejército. Su escritura es fresca, precisa, rápida, no ajena a la ironía en ocasiones, tan solo alterada por la longitud de algunos discursos, cargados de tópicos retóricos y que distan mucho de la hondura psicológica de los de Tucídides.
5. Lengua y estilo
Aunque el estudio de su lengua se ve entorpecido por la sospecha de alteraciones en la transmisión manuscrita, destaca la sencillez de su lenguaje y la claridad de sus pensamientos. Utiliza elementos dialectales no áticos, términos poéticos y una serie de aspectos que prefiguran la koiné y que serán en ella frecuentemente empleados. Su polifacético talento impulsó la renovación y diferenciación de nuevos géneros y abrió nuevos caminos a la literatura griega, pero era un talento que no puede compararse al de su predecesor, Tucídides.
Jenofonte se caracteriza por la utilización de frases cortas y sencillas, sin una excesiva complicación verbal ni sintáctica, lo que favorece su traducción y comprensión. Su mayor deseo es narrar los hechos sin artificio o retórica, exceptuando los discursos, de mayor complicación por su lenguaje elevado. En general, logra una creación lineal y bastante simple, aunque utiliza con frecuencia la oración subordinada de todo tipo. Abundan los participios absolutos, apositivos y atributivos, así como los presentes, futuros y aoristos, sin excesivos perfectos, y cuando estos aparecen suelen hacerlo como formas no personales del verbo (participios).
6. Contenido de las Helénicas
Escrita en siete libros, trata de enlazar la historia de Grecia con el brusco final de la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides. La crítica tradicional considera de forma separada los dos primeros libros, narrados desde Atenas, a los cinco restantes. Los dos primeros constituirían un intento de nexo con la obra tucidea, narrándose el final de la Guerra del Peloponeso, y concluyendo al principio del libro II (3, 10); mientras los cinco últimos ofrecerían la visión de un hombre desengañado y triste ante la situación creada en Grecia. Fundamentalmente, la historia de Grecia se narra desde una perspectiva espartana, pues, a pesar del título, la creación de Jenofonte tiene como centro de atención, casi exclusivo, a Esparta y al Peloponeso.
Tradicionalmente, se ha achacado a la obra el distar mucho de la de su antecesor, y se ha insistido en que carece de la profundidad de ideas, del rigor histórico, de la búsqueda de la verdad y del análisis riguroso de los acontecimientos, así como de la objetividad, que había sido un tópico en la obra de Tucídides. Han sido objeto de crítica la narración personal de los hechos, basada en su propia experiencia, la introducción de juicios de valor y opiniones propias, la omisión de datos importantes como la batalla de Cnido, y por el contrario, la narración con detalle de aspectos secundarios. Aún así, han sido muy elogiados los dos primeros libros de las Helénicas, y se le ha revalorizado recientemente como historiador, puesto que su obra constituye, a pesar de sus limitaciones, y de que en ocasiones se torne monótona y árida, la fuente más fiable de la que disponemos para el conocimiento de este periodo histórico. Además, ha de tenerse en cuenta que su obra iba dirigida a un público concreto, conocedor de los datos en ella citados, de ahí las posibles omisiones y concreciones, y que la exposición de los hechos, sin realizar un relato exhaustivo de los mismos, es un tópico en la historiografía griega.
En cuanto a su técnica narrativa, como soldado, dominaba las cuestiones militares y utilizó este conocimiento en su obra. Sabe destacar los personajes importantes y retratarlos con eficacia, como en el caso de Alcibíades. Describe muy bien escenas aisladas, como la llegada de Alcibíades, la muerte de Terámenes o el regreso de los desterrados tebanos. Hay momentos notables, como el pasaje que relata el lamento que recorrió los Largos Muros, desde el Pireo a Atenas, a la llegada de la noticia de la destrucción de la escuadra ateniense en Egospótamos. Tiene cierto sentido de la tensión dramática y escribe con fluidez, a excepción de sus discursos, cargados de un excesivo retoricismo.
Contenido de cada uno de los siete libros:

I: Alcibíades es nombrado estratego por la flota fondeada en Samos y recupera la hegemonía del Egeo, regresando triunfalmente a Atenas, donde se le absuelve de las acusaciones de impiedad y traición. Los espartanos, al mando del rey Agis, se reabastecen y se replantean continuar sitiando el Ática por tierra.
Los Atenienses vencen en las Arginusas, pero una gran tormenta provoca el abandono de los naúfragos. Juicio y condena a muerte de los estrategos vencedores.

II: Lisandro, estratego espartano, se alía a los persas y reorganiza la flota. En Egospótamos apresa la mayoría de las naves atenienses y obliga a regresar a la metrópoli a los colonos. Atenas es incapaz de alimentar a la población. Se otorgan a Terámenes plenos poderes para negociar la paz, y Lisandro entra triunfalmente en Atenas en Abril del 404 a. C.

Gobierno de los Treinta Tiranos, impuesto por Esparta, que comete graves  injusticias. Terámenes, crítico con el régimen,  es condenado a muerte. Trasíbulo se subleva y los Treinta huyen a Eleusis. Intervienen Lisandro y Pausanias, el otro rey espartano, y se llega a la reconciliación.

III: Tras morir Agis (397 a. C), su hermano Agesilao, con el apoyo de Lisandro, le sucede. Las disputas internas espartanas se reflejan en la conspiración fallida de Cinadón, al que ajustician los éforos.
Relato de las campañas espartiatas contra Élide, marcha de Agesilao a Asia Menor, batalla del río Pactolo, ejecución del sátrapa Tisafernes y coalición de Beocia, Atenas, Corinto y Argos contra Lacedemonia (395 a. C).
 IV: Los aliados (cf. III) tratan de interceptar el regreso de Agesilao de Asia Menor en Coronea. El rey espartano vence, pero resulta gravemente herido. La alianza libra nuevas batallas contra Esparta en diversos territorios, destacando, entre otros combatientes, Trasíbulo e Ifícrates.
V: Ante el debilitamiento espartano, Atenas restablece su poderío naval y Persia incrementa su influencia en Grecia. En 387 a. C. Antálcidas, navarca espartano, pacta con el rey persa, Artajerjes II, la paz. El rey persa convoca a todos los estados griegos y les obliga a firmar la paz con la condición de que se disuelvan todas las ligas y alianzas griegas, excepto la Liga peloponesia. Grecia queda en manos de Esparta, que lleva a cabo numerosas expediciones contra el resto de estados griegos; pero bajo supervisión persa, que controla Asia Menor.
VI: Asedio frustrado de Esparta a la isla de Corcira, aliada de Atenas. Degradación del ejército espartano que se revela contra su estratego Mnasipo, quien muere heroicamente.
Batalla de Leuctra (371 a. C), donde Esparta es vencida. Los tebanos, al mando de Epaminondas y Pelópidas, invaden Lacedemonia y arrasan los territorios. Esparta, humillada, pide ayuda a Atenas.
VI: Decadencia espartana (369-62 a. C). Con Artajerjes como árbrito, los tebanos imponen unas duras condiciones para la paz, inaceptables para Esparta, quien continúa cosechando derrotas. Epaminondas invade Esparta, quien resiste a duras penas armando a toda su población, niños incluidos.
En la batalla de Mantinea (362 a. C), muere Epaminondas y culmina la hegemonía tebana, así como finaliza el papel de Esparta en la historia de Grecia.
7. Nuestros fragmentos
En el 411 a.C., se produce un golpe de estado oligárquico en Atenas que deja excluida a la Asamblea del gobierno de la ciudad. La mala gestión provoca la sublevación de la flota, fondeada en Samos, quien elige como general a Alcibíades, a pesar de su pasado turbulento, acusado de traición e impiedad. Éste logra la victoria de Cízico en 410 a. C., y provoca la caída de la oligarquía y la restauración de la democracia. Su papel decisivo en el restablecimiento de la talasocracia ateniense en el Egeo (410-8) da lugar a que se le absuelva de las acusaciones mencionadas y regrese a Atenas de modo triunfal (Textos 1-5). Sin embargo, dos años después, el propio Alcibíades ha de huir a Tracia, tras ser derrotado por la flota espartana de Lisandro en Notión.
Los atenienses obtienen una victoria completa en la batalla de las Arginusas (406), derrotando al espartano Calicrátidas, pero la tempestad desencadenada instantes después, impide a los generales atenienses recoger a los naúfragos, lo que provoca que, a su regreso a Atenas, se les abra un proceso y se les condene a muerte (Textos 6-21).
Lisandro recupera el mando de la flota espartana y logra el apoyo persa. En Egospótamos (405) se producirá el último enfrentamiento de la Guerra del Peloponeso, y Lisandro, por sorpresa, y apenas sin lucha, apresa unas 160 trirremes atenienses. El almirante espartano obliga a todos los colonos atenienses a volver a la metrópoli, con el siguiente colapso de la ya maltrecha economía de Atenas. Ante la falta de alimentos, enfermedades, hacinamiento y escasez, los atenienses parlamentan con Lisandro. Las duras exigencias provocan el rechazo inicial, pero la necesidad les lleva a otorgar a Terámenes plenos poderes para negociar la paz con Esparta. Las condiciones, finalmente aceptadas por la Asamblea, fueron las siguientes:
·         Destrucción de las murallas y fortificaciones.
·         Entrega de las naves.
·         Regreso de los desterrados.
·         Ingreso en la Liga del Peloponeso.
Y así, a finales de abril del 404, Lisandro entraba de modo triunfal en el Pireo (Textos 22-32).