sábado, 14 de noviembre de 2015

APOLODORO

BIBLIOTECA DE APOLODORO




1. La Biblioteca, un manual de mitología
La Biblioteca es uno de los más importantes instrumentos para el estudio sistemático de la mitología griega y, por lo tanto, imprescindible para cualquier investigación sobre las manifestaciones artísticas de la Grecia antigua, siempre llenas de referencias mitológicas. Su autor, que sin duda no tenía pretensiones literarias ni afán racionalista, recopiló con diligencia todos los mitos griegos conocidos e, intentando conciliar las distintas versiones del mito, a veces discrepantes o contradictorias, que ofrecían sus fuentes, los organizó en genealogías, desde el origen del universo hasta el regreso de Ulises.

2. Cuestión de la autoría
Especular sobre la identidad del autor de la Biblioteca probablemente es un intento vano. Apolodoro, nombre comúnmente trasmitido por los manuscritos y por la tradición indirecta, en la antigüedad era identificado con el famoso gramático y anticuario Apolodoro de Atenas, que vivió en torno a la mitad del siglo II a. C. Tras militar en la escuela filosófica de Epicuro, abandona Alejandría para establecerse en Pérgamo, ciudad en la que le sorprendería la muerte en el año 119 a. C.  Fue autor de varias obras hoy desaparecidas entre las que destacan, un tratado en veintidós libros Sobre los dioses y también una Crónica en versos yámbicos, en que establece la cronología de la historia de Grecia desde la caída de Troya hasta el 144 a. C. El patriarca Focio en el siglo IX leía la Biblioteca considerándola precisamente obra de Apolodoro de Atenas y a él se refieren todavía las citas de otros eruditos bizantinos: evidentemente, durante la época bizantina el manual de Apolodoro era ya la indiscutible autoridad en el campo de la mitología antigua.
Pero hay que descartar que Apolodoro el gramático y el autor de la Biblioteca puedan coincidir. Apolodoro el ateniense era, de hecho, un importante literato y no un oscuro recolector de material mítico, como nuestro autor; era un evemerista, que practicaba la interpretación alegórica de los mitos, por consiguiente, un hombre dedicado al reexamen exegético del patrimonio tradicional y no a operaciones de mitografía divulgativa. Nunca pudo estar más alejado del espíritu de la Biblioteca que contiene, bien organizadas pero acríticamente narradas, las tradiciones legendarias de los griegos. Además de esto, en la Biblioteca se cita entre las fuentes el nombre de Cástor, identificable con bastante certeza con el cronista Cástor de Rodas, que escribió en torno a la mitad del siglo I a. C. (terminus post quem), lo que evidentemente hace inviable la identificación del autor de nuestra obra con Apolodoro el ateniense.
La posible causa de la errónea atribución tal vez sea debida a dos hechos: por un lado, a la existencia y fama del gramático y tratadista Apolodoro de Atenas, autor de obras de contenido mitológico y muy difundidas en la antigüedad; por otro lado, al comentario del patriarca Focio de Constantinopla que decía haber leído una Biblioteca de un tal Apolodoro gramático cuyo tema era de contenido mitológico, entre otras cosas.
En definitiva, la atribución del texto al gramático, historiador, mitógrafo y erudito griego Apolodoro es incorrecta y, en la actualidad, no está aceptada por la mayoría de los estudiosos. En consecuencia, lo escrupulosamente acertado sería referirse al autor de la obra como Pseudo-Apolodoro, si bien, por convención, por inercia o por comodidad, se le sigue llamando Apolodoro. El análisis lingüístico del texto, la ausencia de racionalización o intento de interpretar el mito y, sobre todo, la cronología interna que nos proporciona la obra imposibilita la autoría de Apolodoro el Gramático.


3. Problema de la datación
También la época de nuestro autor resulta poco precisable. El primero en citar la Biblioteca fue el patriarca bizantino Focio, que vivió en el siglo IX, pero hay evidencias de que trozos de la obra fueran utilizados por Zenobio en la época del emperador Adriano (117/138 d.C.).
Es improbable que sea posterior al siglo II d.C., porque su amplísimo conocimiento de las fuentes antiguas y raras podría explicarse difícilmente en una etapa de declive cultural, como fue la que se inauguró con el siglo III d.C. Por consiguiente, dado su estilo, la finalidad para la que ha sido concebida la obra (manual mitográfico dirigido a un público culto) y teniendo en cuenta otras evidencias internas (cita del analista romano Cástor), es probable que el autor de la Biblioteca haya creado su obra entre los siglos I y II d.C., época favorable a los compendios y compilaciones eruditas, desde luego no antes del 61/60 a. C.

4. Finalidad, fuentes y estilo
En época imperial aparecen manuales generales que servían para dar a las personas cultas información para sus lecturas y viajes, entretenimiento y también un instrumento de uso en los discurso retóricos, sin excluir el afán de cultivarse por la vía rápida. El manual más completo y famoso es la Biblioteca, que abarca toda la materia mitológica sobre los dioses y héroes griegos: comienza con la teogonía, narra los linajes heroicos, culmina con la guerra de Troya y acaba con la muerte de Ulises.
El autor ha seguido las mejores fuentes literarias disponibles para cada mito y ha tenido el cuidado de señalar, cuando es necesario, las controversias. Muchas fuentes, como Homero, Hesíodo, Píndaro y los poetas trágicos son bien conocidas. De algunas como Ferécides de Leros (500-450 a. C.), Acusilao de Argos (c. 500 a. C.) y Asclepíades de Tragilo (s. IV a. C.), tenemos fragmentos razonables. Del Catálogo de las mujeres (c. 550 a. C.), en cuyo plan expositivo parece basarse la Biblioteca, también tenemos numerosos fragmentos. Pero de las obras de Eumelo y Asio, por ejemplo, no tenemos prácticamente nada. En numerosas ocasiones utiliza fuentes anónimas, cuando emplea fórmulas como “algunos dicen”, “dicen”, “según unos”…
En un principio el compendio de datos, dioses y héroes podría parecer una exposición fría, seca y poco elegante, no obstante la obra está hilada por medio de narraciones ágiles y en ocasiones dotada de cierta garra. Si bien no tiene un estilo depurado, muestra inhabilidad en la composición (detalles insignificantes ocupan demasiado espacio, o al revés, desorden cronológico, repeticiones de hechos y expresiones…) y, en muchas ocasiones, cae en la erudición, cumple sobradamente su finalidad de tratado mitográfico de consulta.
5. Contenido de la Biblioteca
El texto, que nos conduce −sin que el autor emita ningún juicio, ni haya ningún intento de racionalización− desde los primeros tiempos míticos (teogonía) hasta las fronteras de la historia (nostoi de los aqueos combatientes en Troya), es bastante largo y ocupa poco más de 350 páginas, distribuidas en dos volúmenes, en la edición de Frazer (1921). Las leyendas son tratadas de forma abreviada (aunque no se trata de resúmenes), pero completa. El autor da muestras de su erudición en la cita prolija de las fuentes y en la enumeración de nombres y genealogías. Se distribuyen los relatos míticos a lo largo de tres libros (I, II, III) y terminan un tanto abruptamente al final del libro tercero. Un epítome independiente de los manuscritos que contienen los libros, descubierto a finales del siglo XIX, afortunadamente completa, a partir de la historia de Teseo, el final interrumpido.
Libro I. Descendientes de Urano y Gea: los titanes, Crono, los dioses olímpicos (1-6). Prometeo y la creación de la humanidad, Deucalión y Pirra, los descendientes de Eolo, los Argonautas (7-9).
Libro II. La familia de Ínaco: Foroneo, Dánao, Acrisio y Preto, Perseo, Anfitrión, Heracles y sus hazañas (1-8).
Libro III. La familia de Agenor: Europa, Cadmo, Edipo, los siete contra Tebas, los Epígonos (1-8). La familia de Pelasgo: Licaón, Calisto, Auge y Atalanta (8-9). La familia de Atlas: Idas y Linceo, Cástor y Polideuces, Asclepio, Laomedonte, Titono (10-12). La familia de Asopo: Egina, Éaco, Peleo, Telamón (12-13). Los reyes de Atenas: Cécrope, Céfalo, Egeo, Teseo (14-16).
Epítomes: Continuación de los reyes de Atenas (1). La familia de Pélope (2). La guerra de Troya (3), la ira de Aquiles (4), últimas luchas, el caballo de Troya y la caída de la ciudad (5). El retorno de los héroes, las aventuras de Orestes (6) y de Odisea (7).

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