Los etruscos son, sin duda, una
civilización sobre la que hay gran desconocimiento. Fueron muy avanzados, no
tuvieron grandes enemigos, disfrutaban de la vida, están en el sustrato de los
romanos, por quienes fueron asimilados allá por el siglo IV antes de nuestra
era.
De su brillante cultura, que se
extendió en el centro y norte de la península itálica, apenas quedan restos. Su
arquitectura estaba realizada fundamentalmente en piedra, madera y terracota,
por lo que no han sobrevivido grandes muestras, excepto en sus tumbas.
Destacaron como grandes orfebres, con piezas que nos dejan maravillados por la
delicadeza y elegancia de su trabajo.
La lengua que hablaban apenas
dejó testimonios escritos, más allá de algunas inscripciones sobre todo de tipo
funerario.
La reciente aparición de una inscripción de más de setenta signos en lengua
etrusca se considera un hallazgo de capital importancia para avanzar en el
conocimiento de la lengua y cultura de este pueblo tan desconocido y, a la vez,
tan interesante.
Si tenéis ocasión, no os perdáis el Museo Etrusco de Villa
Giulia, en Roma.
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