Helénicas de Jenofonte
1. Vida
Conocemos su vida por la
biografía de Diógenes Laercio. Hijo de Grilo y de Diadora, Jenofonte nació en
el demo ateniense de Erquía, a unos 15 km al este de Atenas, hacia el 430 a.C. De familia
acomodada, se dedicó al deporte de la equitación. Su infancia y adolescencia
estuvieron marcadas por la crisis en la que estaba sumida el Ática en los
primeros años de la Guerra
del Peloponeso. En su juventud entró en contacto con Sócrates, sin que podamos
precisar el alcance exacto de su influencia, ni durante cuanto tiempo se
ejerció ésta; aunque bien es cierto que el filósofo aparece como protagonista
de varias de sus obras.
Ante las penurias de la
guerra, Jenofonte se muestra partidario de sellar la paz con Esparta. Tras la
derrota ateniense en el 404 a.C., toma partido
por el gobierno de los Treinta Tiranos, que se establece en la ciudad con el
apoyo espartano. Una vez restablecida la democracia, en torno al 403 a.C.,
Jenofonte decide abandonar Atenas, bien por su apoyo al régimen anterior, bien
cansado por las continuas luchas intestinas que asolaban el territorio. Y así,
en el año 401 a.C.,
se dejó convencer por su amigo Proxeno y se alistó como caballero en la
expedición de Ciro el Joven, que pretendía derrocar del trono a su hermano
Artajerjes II. Tras la batalla de Cunaxa, en la que murió Ciro, y la retirada a
través de Armenia hacia el Mar Negro, al mando de Jenofonte, el contingente
griego se une a Tribón, general espartano, en su campaña contra Tisafernes,
sátrapa persa de Asia Menor. El relato de dichas vicisitudes dará lugar a su
mejor obra, la Anábasis,
pero su unión a los espartanos creará recelos en Atenas.
Más adelante, en el 394 a.C., participó junto a
Agesilao, rey de Esparta, en la batalla de Coronea, tomando partido en contra
de sus compatriotas atenienses y de una coalición de estados griegos, lo cual
le ocasionó el destierro de Atenas, acusado de pro-espartano. Aproximadamente,
desde el 396-386 a.C.,
Jenofonte estuvo al servicio de Agesilao, al que le unía una gran amistad y del
que era gran admirador, ocupándose principalmente del entrenamiento de la nueva
caballería espartana. Su lealtad dio lugar a que los espartanos le
distinguieran con la proxenía (honores concedidos a un huésped extranjero) y
con una finca en Escilunte, cerca de Olimpia. En el capítulo 3 del libro V de la Anábasis
describe esta hacienda, donde pasó los mejores años de su vida, junto con su
esposa ateniense Filesia y sus hijos gemelos Grilo y Diodoro, que fueron
admitidos en la agogé espartana (educación férrea reservada a los iguales en
Esparta). En Escilunte pudo cultivar su alma campesina y guerrera, al tiempo
que practicaba la caza y escribía sus obras. Pero la quietud terminó en el 370 a.C., cuando los eleos,
vencida Esparta en la batalla de Leuctra, recuperaron los territorios ocupados
por los espartanos. Jenofonte huyó a Corinto.
Poco después en el 368 a. C., bajo la creciente
presión de Tebas, se produjo una alianza entre Atenas y Esparta, lo que
ocasionó el levantamiento del destierro a Jenofonte, quien ya podía regresar a
su ciudad natal, aunque no nos consta que hiciese uso de tal derecho. Sus hijos
sirvieron en la caballería ateniense, y uno de ellos, Grilo, cayó gloriosamente
en Mantinea, batalla que puso fin a la hegemonía tebana en el 362 a. C.
El año de la muerte de
Jenofonte gira en torno al 356-4
a. C.
2. Obra
Es
muy difícil establecer la cronología de su producción literaria. Parece que
fueron muy productivos los años de Escilunte, pero lo fue aún más el último
periodo de su vida. Jenofonte fue el primer autor de la antigüedad que
abordó diversos géneros: historia, ensayo, biografía, etc. Se le atribuyen
entre trece y catorce obras, que tradicionalmente se agrupan en:
1-Obras históricas: Helénicas, Anábasis y
Agesilao.
2-Obras didácticas: Ciropedia, Hierón, Constitución de los lacedemonios, Ingresos o
Recursos económicos, Sobre la equitación, Hipárquico y Cinegético.
3-Obras filosóficas o socráticas: Económico (clasificado aquí porque
Sócrates es el protagonista), Memorables
o recuerdos de Sócrates, Banquete y Apología de Sócrates.
Obras
históricas:
·
Las Helénicas narra en siete libros la
historia griega desde el 411 hasta el 362 a.C. En ella pretende continuar la obra de
Tucídides, pero su valor literario dista mucho del conseguido por el autor de la Guerra del Peloponeso, aunque algunos críticos
han elogiado sobre todo sus dos primeros libros. Jenofonte omite datos
importantes y redacta, en muchas ocasiones, de forma superficial, frente a la
profundidad que había caracterizado el trabajo de Tucídides. Se muestra
excesivamente subjetivo, un defecto inviable para cualquier historiador; y así
hace evidente su odio acérrimo a los tebanos y su admiración hacia Esparta.
·
La Anábasis es un
brillante relato sobre sus aventuras personales como participante en la
expedición de mercenarios griegos para ayudar a Ciro el Joven, cuando aspiraba
al trono que ocupaba su hermano Artajerjes II. Como si de un relato de viaje se
tratase, abundan los detalles geográficos y etnográficos, así como exhaustivas
exposiciones militares; todo ello escrito con gran naturalidad. Probablemente
la escribió en su finca de Escilunte y parece ser que fue publicada con el
pseudónimo de Temistógenes de Siracusa, para favorecer su publicación en
Atenas, donde su nombre permanecía ligado a Esparta y su exilio estaba aún
vigente. En cuanto a su datación, debemos situar la obra en el 380 a.C. si creemos que
Isócrates en su Panegírico la utilizó.
·
Su Agesilao es un encomio biográfico del rey
espartano al que tan profundamente admiró y que había sido su valedor durante
tantos años. Abunda el elogio de las virtudes del monarca, así como la ausencia
de datos que pudiesen ensombrecer su imagen gloriosa. Se trata de una obra en
dos partes (biografía y exaltación de virtudes) que ha ejercido una fuerte
influencia posterior en cuanto al bosquejo del monarca ideal y en lo que a las
obras de corte biográfico se refiere.
Obras
didácticas:
·
La Ciropedia, posiblemente
su mejor obra junto a la Anábasis, es una
novela de tendencia político-pedagógica, basada en hechos y personajes
históricos, con grandes dosis de idealización. Narra la educación, juventud,
subida al trono y reinado de Ciro el Viejo, el fundador del imperio persa.
Jenofonte destaca los principios morales del protagonista, al que retrata como
modelo de comportamiento humano y gobernante ideal. En ella abundan los
discursos (43) y los episodios moralizadores, así como los relatos novelescos,
y elementos del cuento popular.
·
El Hierón es una obra que nos presenta al
poeta Simónides conversando con el príncipe siciliano sobre la naturaleza de la
tiranía, sus variantes y la mejor forma de gobierno.
·
La
Constitución de los lacedemonios es fundamentalmente una
exposición idealizada de las razones por las que admira el régimen político
espartano.
·
El Hipárquico da consejos prácticos al
comandante de caballería sobre diversos temas hípicos, y Sobre la equitación
orienta a cada jinete en particular y le alecciona sobre el trato que se debe
dar al caballo.
·
Los Ingresos se ocupa de la situación
económica de Atenas, ofreciendo propuestas, de índole socrática, para el
saneamiento de las finanzas de la ciudad. La austeridad y la autarquía son las
únicas medidas capaces de solventar las deterioradas condiciones económicas.
·
El Cinegético plantea problemas de autoría
porque su forma literaria se aleja de la acostumbrada sencillez de Jenofonte.
Obras
filosóficas o socráticas:
Jenofonte, que parece ser
que en su juventud había sido impresionado por la personalidad de Sócrates,
aunque no se puede decir que fuera un discípulo suyo en sentido estricto,
escribió en su memoria una serie de obras donde prevalecen los elementos
literarios y ficticios sobre los datos históricos:
·
El Económico gira en torno al diálogo entre
Iscómaco, posible trasunto de Jenofonte, y un extraño Sócrates agricultor,
sobre la manera más adecuada de gestionar una finca agrícola. La idea
fundamental de la obra, que incluye ejemplos prácticos, es que el trabajo
agrícola es el mejor vehículo para educar y fomentar las virtudes del
individuo.
·
Las Memorables: Obra apologética de la figura
y enseñanzas de Sócrates, frente a las acusaciones tradicionales que provocaron
su ejecución y el deterioro de su reputación. Aquí aparece su tendencia
didáctica a tratar las cosas con una moral práctica sin cuidar demasiado la
profundidad de pensamiento.
·
La Apología de Sócrates reconstruye,
de forma idealizada, el discurso que habría pronunciado el maestro ante el
tribunal que le había juzgado y condenado, y que en realidad, nunca tuvo
lugar.
·
El Banquete presenta a Sócrates tratando
distintos aspectos de la conducta humana, principalmente, y a semejanza de la
obra homónima de Platón, de la diferencia entre el amor sensual y el
espiritual. Jenofonte, frente a Platón, se centra más en la figura del filósofo
que en la profundidad de su discurso.
3. Ideología
La personalidad de Jenofonte
es la de un hombre que supo aunar su talante aventurero con una visión clara de
su entorno histórico, que siempre recordó las enseñanzas de Sócrates y defendió
los ideales tradicionales helénicos. Desengañado de la experiencia política
contemporánea, donde la democracia ateniense había conducido a su ciudad al
desastre, se vuelca en el individuo y en su realización moral, de influencia
socrática. Defiende la valentía, la nobleza, el sentido del deber, la justicia,
la sencillez y la autenticidad de la vida natural; despreciando el egoísmo, la
mezquindad y la codicia que en ocasiones caracterizan la vida política y
ciudadana. Hombre piadoso, cree en la atención constante de los dioses hacia
los humanos, por lo que considera que el curso de la historia ha de estar
condicionado, inevitablemente, por la intervención divina, que castiga o premia
según los tipos de actuación.
Su inconformismo hacia el rumbo político ateniense
que le toca vivir provoca que abandone su patria natal, aunque a ella le debió
su perfil como historiador y su formación cultural. Embarcado en una serie de
aventuras militares con Esparta, provoca el rechazo por parte de sus
conciudadanos. Probablemente su identificación con Esparta, y en particular con
su rey Agesilao, se deba a su ideal de vida sobria, simple y alejada de
artificiosidad, donde las penalidades y el esfuerzo son consideradas modelo de
virtud.
4. Método
historiográfico
Como historiador, tiene
notables defectos. No es exhaustivo en la recogida de datos y omite hechos
clave. Es subjetivo en su narración, que en ocasiones se asemeja a un escrito
improvisado, pues no examina ni
contrasta de forma crítica los datos de sus escritos. Es mejor narrador que
crítico y más un reportero de guerra que historiador, puesto que sus obras son
un reportaje de sus propias experiencias en el ejército. Su escritura es
fresca, precisa, rápida, no ajena a la ironía en ocasiones, tan solo alterada
por la longitud de algunos discursos, cargados de tópicos retóricos y que
distan mucho de la hondura psicológica de los de Tucídides.
5. Lengua y
estilo
Aunque el estudio de su
lengua se ve entorpecido por la sospecha de alteraciones en la transmisión
manuscrita, destaca la sencillez de su lenguaje y la claridad de sus
pensamientos. Utiliza elementos dialectales no áticos, términos poéticos y una
serie de aspectos que prefiguran la koiné y que serán en ella frecuentemente
empleados. Su polifacético talento impulsó la renovación y diferenciación de
nuevos géneros y abrió nuevos caminos a la literatura griega, pero era un
talento que no puede compararse al de su predecesor, Tucídides.
Jenofonte se caracteriza por
la utilización de frases cortas y sencillas, sin una excesiva complicación
verbal ni sintáctica, lo que favorece su traducción y comprensión. Su mayor
deseo es narrar los hechos sin artificio o retórica, exceptuando los discursos,
de mayor complicación por su lenguaje elevado. En general, logra una creación
lineal y bastante simple, aunque utiliza con frecuencia la oración subordinada
de todo tipo. Abundan los participios absolutos, apositivos y atributivos, así
como los presentes, futuros y aoristos, sin excesivos perfectos, y cuando estos
aparecen suelen hacerlo como formas no personales del verbo (participios).
6. Contenido de
las Helénicas
Escrita
en siete libros, trata de enlazar la historia de Grecia con el brusco final de la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides. La
crítica tradicional considera de forma separada los dos primeros libros,
narrados desde Atenas, a los cinco restantes. Los dos primeros constituirían un
intento de nexo con la obra tucidea, narrándose el final de la Guerra del Peloponeso, y
concluyendo al principio del libro II (3, 10); mientras los cinco últimos
ofrecerían la visión de un hombre desengañado y triste ante la situación creada
en Grecia. Fundamentalmente, la historia de Grecia se narra desde una
perspectiva espartana, pues, a pesar del título, la creación de Jenofonte tiene
como centro de atención, casi exclusivo, a Esparta y al Peloponeso.
Tradicionalmente,
se ha achacado a la obra el distar mucho de la de su antecesor, y se ha
insistido en que carece de la profundidad de ideas, del rigor histórico, de la
búsqueda de la verdad y del análisis riguroso de los acontecimientos, así como
de la objetividad, que había sido un tópico en la obra de Tucídides. Han sido
objeto de crítica la narración personal de los hechos, basada en su propia
experiencia, la introducción de juicios de valor y opiniones propias, la
omisión de datos importantes como la batalla de Cnido, y por el contrario, la
narración con detalle de aspectos secundarios. Aún así, han sido muy elogiados
los dos primeros libros de las Helénicas,
y se le ha revalorizado recientemente como historiador, puesto que su obra
constituye, a pesar de sus limitaciones, y de que en ocasiones se torne
monótona y árida, la fuente más fiable de la que disponemos para el
conocimiento de este periodo histórico. Además, ha de tenerse en cuenta que su
obra iba dirigida a un público concreto, conocedor de los datos en ella
citados, de ahí las posibles omisiones y concreciones, y que la exposición de
los hechos, sin realizar un relato exhaustivo de los mismos, es un tópico en la
historiografía griega.
En
cuanto a su técnica narrativa, como soldado, dominaba las cuestiones militares
y utilizó este conocimiento en su obra. Sabe destacar los personajes
importantes y retratarlos con eficacia, como en el caso de Alcibíades. Describe
muy bien escenas aisladas, como la llegada de Alcibíades, la muerte de
Terámenes o el regreso de los desterrados tebanos. Hay momentos notables, como
el pasaje que relata el lamento que recorrió los Largos Muros, desde el Pireo a
Atenas, a la llegada de la noticia de la destrucción de la escuadra ateniense
en Egospótamos. Tiene cierto sentido de la tensión dramática y escribe con
fluidez, a excepción de sus discursos, cargados de un excesivo retoricismo.
Contenido
de cada uno de los siete libros:
I:
Alcibíades es nombrado estratego por la flota fondeada en Samos y recupera la
hegemonía del Egeo, regresando triunfalmente a Atenas, donde se le absuelve de
las acusaciones de impiedad y traición. Los espartanos, al mando del rey Agis,
se reabastecen y se replantean continuar sitiando el Ática por tierra.
Los
Atenienses vencen en las Arginusas, pero una gran tormenta provoca el abandono
de los naúfragos. Juicio y condena a muerte de los estrategos vencedores.
II:
Lisandro, estratego espartano, se alía a los persas y reorganiza la flota. En
Egospótamos apresa la mayoría de las naves atenienses y obliga a regresar a la
metrópoli a los colonos. Atenas es incapaz de alimentar a la población. Se
otorgan a Terámenes plenos poderes para negociar la paz, y Lisandro entra
triunfalmente en Atenas en Abril del 404 a. C.
Gobierno
de los Treinta Tiranos, impuesto por Esparta, que comete graves injusticias. Terámenes, crítico con el
régimen, es condenado a muerte.
Trasíbulo se subleva y los Treinta huyen a Eleusis. Intervienen Lisandro y
Pausanias, el otro rey espartano, y se llega a la reconciliación.
III:
Tras morir Agis (397 a.
C), su hermano Agesilao, con el apoyo de Lisandro, le sucede. Las disputas
internas espartanas se reflejan en la conspiración fallida de Cinadón, al que
ajustician los éforos.
Relato
de las campañas espartiatas contra Élide, marcha de Agesilao a Asia Menor,
batalla del río Pactolo, ejecución del sátrapa Tisafernes y coalición de
Beocia, Atenas, Corinto y Argos contra Lacedemonia (395 a. C).
IV: Los aliados (cf. III) tratan de
interceptar el regreso de Agesilao de Asia Menor en Coronea. El rey espartano
vence, pero resulta gravemente herido. La alianza libra nuevas batallas contra
Esparta en diversos territorios, destacando, entre otros combatientes, Trasíbulo
e Ifícrates.
V: Ante el
debilitamiento espartano, Atenas restablece su poderío naval y Persia
incrementa su influencia en Grecia. En 387 a. C. Antálcidas, navarca espartano, pacta
con el rey persa, Artajerjes II, la paz. El rey persa convoca a todos los
estados griegos y les obliga a firmar la paz con la condición de que se
disuelvan todas las ligas y alianzas griegas, excepto la Liga peloponesia. Grecia
queda en manos de Esparta, que lleva a cabo numerosas expediciones contra el
resto de estados griegos; pero bajo supervisión persa, que controla Asia Menor.
VI: Asedio
frustrado de Esparta a la isla de Corcira, aliada de Atenas. Degradación del
ejército espartano que se revela contra su estratego Mnasipo, quien muere
heroicamente.
Batalla de Leuctra
(371 a.
C), donde Esparta es vencida. Los tebanos, al mando de Epaminondas y Pelópidas,
invaden Lacedemonia y arrasan los territorios. Esparta, humillada, pide ayuda a
Atenas.
VI: Decadencia
espartana (369-62 a.
C). Con Artajerjes como árbrito, los tebanos imponen unas duras condiciones
para la paz, inaceptables para Esparta, quien continúa cosechando derrotas.
Epaminondas invade Esparta, quien resiste a duras penas armando a toda su
población, niños incluidos.
En la batalla de
Mantinea (362 a.
C), muere Epaminondas y culmina la hegemonía tebana, así como finaliza el papel
de Esparta en la historia de Grecia.
7. Nuestros
fragmentos
En el 411 a.C., se produce un golpe
de estado oligárquico en Atenas que deja excluida a la Asamblea del gobierno de
la ciudad. La mala gestión provoca la sublevación de la flota, fondeada en
Samos, quien elige como general a Alcibíades, a pesar de su pasado turbulento,
acusado de traición e impiedad. Éste logra la victoria de Cízico en 410 a. C., y provoca la caída
de la oligarquía y la restauración de la democracia. Su papel decisivo en el
restablecimiento de la talasocracia ateniense en el Egeo (410-8) da lugar a que
se le absuelva de las acusaciones mencionadas y regrese a Atenas de modo
triunfal (Textos 1-5). Sin embargo,
dos años después, el propio Alcibíades ha de huir a Tracia, tras ser derrotado
por la flota espartana de Lisandro en Notión.
Los atenienses obtienen una
victoria completa en la batalla de las Arginusas (406), derrotando al espartano
Calicrátidas, pero la tempestad desencadenada instantes después, impide a los
generales atenienses recoger a los naúfragos, lo que provoca que, a su regreso
a Atenas, se les abra un proceso y se les condene a muerte (Textos 6-21).
Lisandro recupera el mando
de la flota espartana y logra el apoyo persa. En Egospótamos (405) se producirá
el último enfrentamiento de la
Guerra del Peloponeso, y Lisandro, por sorpresa, y apenas sin
lucha, apresa unas 160 trirremes atenienses. El almirante espartano obliga a
todos los colonos atenienses a volver a la metrópoli, con el siguiente colapso
de la ya maltrecha economía de Atenas. Ante la falta de alimentos,
enfermedades, hacinamiento y escasez, los atenienses parlamentan con Lisandro.
Las duras exigencias provocan el rechazo inicial, pero la necesidad les lleva a
otorgar a Terámenes plenos poderes para negociar la paz con Esparta. Las
condiciones, finalmente aceptadas por la Asamblea, fueron las siguientes:
·
Destrucción de las murallas y fortificaciones.
·
Entrega de las naves.
·
Regreso de los desterrados.
·
Ingreso en la Liga del Peloponeso.
Y
así, a finales de abril del 404, Lisandro entraba de modo triunfal en el Pireo (Textos 22-32).